Cuento

Roxy. Por Macaria España

Roxy 1 Ella tenía cinco años de trabajar en la esquina de Libertad y Democracia, se pintaba los labios como si hubiera comido burro. Una falda que había sido de su hermana, la que encontraron tirada en un camino vecinal, unos zapatitos de tacón, que cada día se rompían más, y una blusa azul mi cielo, regalo de uno de …

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Adiós a la red. Por David Ledesma

—¿Bailamos porque queremos o porque tenemos que…? —La pregunta resonó en alguna parte de tu cuerpo. Allá donde se generaban las ideas. Nunca antes te habías preguntado nada ni te habían brotado como ahora las palabras. Se te escaparon de la mente después de controlar esa punzada. La primera no sabrías dónde ubicarla, pero la segunda tenía su origen doloroso …

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La vida primero, por Montserrat Bonfil.

El frío de sus manos acusa a la muerte que, escondida entre las uñas, saltará en cualquier momento para chupar lo que queda de calor. Sus pestañas se encogen para que los ojos puedan mirar. Los dedos de Doña Lucha llevan el peso de la muerte en las puntas, se doblan como chicle, como un bumerang al que no le queda …

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Reina Maple. Por Ana Paulina Gutierrez.

Atravesó el lugar con pasos húmedos y sonoros. Su silueta grande y perfecta quebró el aire viciado y saturado por los cuerpos vaporosos que se congregaban ahí, huyendo de la lluvia. Antes que ella, había un viejo esperando mesa. La pelirroja no lo notó y se adelantó ocupando la única disponible. El mesero la recibió con una sonrisa tan grande que …

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No Abdicarás. Por David Ledesma Feregrino.

Para El Güero, porque no habría sido nunca suficiente. El sexo enhiesto de su hombre le rozaba la entrepierna. Aunque nadie pudiera ser de nadie. Aunque los dos hubieran renunciado a ser varones. La lengua del Güero jugueteaba con su arete, mientras sus piernas se entrelazaban para acercar más las cinturas, haciendo palanca. —Tú me enseñaste a besar suave, —dijo …

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San Pablo. Por Montserrat Pérez Bonfil.

¡Aguántate otros cinco minutitos! Celia trataba de impedir que la hinchazón de su vejiga la sacara del catre para sentarla en el excusado. Después de hacer rechinar con vuelta y vuelta los resortes, no le quedó de otra: empujó las cobijas y arrastró los callos hasta el baño. Ya tenía tiempo que el cuerpo de Celia había agarrado la maña de …

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La que Arde