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Para no olvidarte, Mayara. Por Raquel Rosario Sánchez

Mayara era ella y su guitarra. Conocía su instrumento de pies a cabeza y, al parecer, lo llevaba con ella a todas partes. El dominio de Mayara sobre su arte y su música era evidente: ella misma nos lo mostró en varios videos que colgó en Youtube. Es más, ¿saben qué? Hagamos un trato ahora mismo: ¿Qué tal si antes de leer la noticia sobre lo que le hicieron a Mayara, la vemos a ella como ella misma quería que todo el mundo la viera? ¿Qué tal si ahora mismo, usted hace clic sobre estas palabras y juntas vemos a Mayara una vez más, plena y trovadora?

¿Listas?

Mayara era una mujer brasileña que perdimos hace unas pocas semanas a causa del terrorismo machista. Al difundir la noticia de su asesinato, algunos medios de comunicación brasileños continúan presentando una imagen distorsionada de Mayara. Como feministas, nos urge a todas cambiar esa tendencia y reivindicar la humanidad de todas las compañeras que perdemos ante la violencia machista.

En los mensajes que intercambié con Pauliane, la hermana de Mayara, noté a una mujer que estaba atravesando un dolor inmensurable, pero cuya determinación era férrea: su hermana no sería convertida en un titular morboso, había que humanizarla y restaurarle su dignidad, aun después de asesinada. Yo supongo que Pauliane accedió a hablar conmigo sólo porque prometí ayudar a humanizar a Mayara.

En el intento de revertir el rumbo que ha tomado la noticia del feminicidio de Mayara, ocurrido el 25 de julio del 2017, le pregunté a Pauliane si quería contarnos un poco sobre ella. Le pedí que me contara acerca de Mayara, no sólo lo bonito, sino cómo era ella en el día a día, para poder humanizarla.

“Mayara siempre tenía el semblante serio. Yo siempre fui la payasa y ella la más introvertida. Uno de sus pocos momentos extrovertidos era cuando tocaba su guitarra. Nunca fue vanidosa y, a pesar de tener 27 años, ella apenas estaba descubriendo el lado divertido de ser mujer; el maquillaje, la moda…”, recordó Pauliane. “Tenía una bicicleta que adoraba- le puso de nombre Ruth. La otra pasión de mi hermana era la repostería. Ella amaba hacer biscochos y postres complejos. Cuando armó su casita, los primeros enseres que compró fueron los de la cocina. Nunca faltó un dulce en la nevera de mi hermana”.

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“Era un talento vigoroso, genial. Ella era una entre millones”, dice Marcelo Fernandes, su antiguo profesor en un reportaje exclusivo para el periódico brasileño Folha de Sao Paulo. Fernandes dice que Mayara tenía el potencial de transformarse en una de las guitarristas más sobresalientes de la nueva generación: “Ella quería ser concertista. Es una puerta muy estrecha, pero su mundo se estaba abriendo”, expresó Fernandes.

Inicialmente Mayara se formó como música en la Universidad Federal do Mato Grosso do Sul, donde trabajaba como profesora de guitarra clásica. Ella acababa de graduarse de la Universidad Federal de Goias, con una maestría en música. Defendió su tesis titulada “La mujer compositora y la guitarra en los 1970: vertientes analíticas y contextualización histórica-estilista” el 30 de marzo del 2017, hace casi cuatro meses. Ese día, Mayara escribió: “Ahora es momento de dar continuidad al doctorado y seguir difundiendo estas obras de mujeres compositoras”. Su hermana Pauliane dice que el tema de la disertación de Mayara no fue coincidencia, fue muestra de su compromiso con la sororidad: “Ella quería dar voz a compositoras brasileñas y divulgar sus obras, que nunca tuvieron la visibilidad que correspondía en la música clásica”, manifestó.

Los planes de Mayara para el fin de semana del 28 de julio eran claros. Ese domingo iba a decirle a su familia durante el almuerzo que la habían aceptado en un programa de doctorado en una universidad de Sao Paulo para seguir especializándose en el estudio profesional de la guitarra clásica.

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El almuerzo nunca tuvo lugar porque el 25 de julio del 2017 a Mayara la mató su ex pareja, Luís Albertos Bastos Barbosa, de 29 años, en un motel de Campo Grande, con un martillo. Luego de limpiar la escena del crimen, Luís salió del motel con el cuerpo de Mayara e intentó enterrarlo en un terreno cerca de su casa, pero en lo que lo enterraba, se dio cuenta de que el terreno pantanoso no permitiría que el cuerpo quedara lo suficientemente cubierto. Fue entonces que decidió calcinar el cuerpo de Mayara, con la esperanza de que nadie la pudiera identificar. Para deshacerse del carro de Mayara, buscó dos amigos que fungieran de cómplices: Ronaldo da Silva Olmedo, de 33 años y Anderson Sanches Pereira, de 31 años.

¿Qué fue lo que pasó? Pasó que Mayara salió a ensayar con su guitarra, y quedó de reunirse con Luís Alberto luego del ensayo, pero nunca regresó. Su mamá, Ilda Cardoso, preocupadísima, llamó a una amiga de Mayara y le preguntó sobre el paradero de su hija. La amiga le explicó que Mayara estaba siendo amenazada por su expareja. Al ver que su hija más pequeña no aparecía, Ilda fue a la jefatura a reportarla como desaparecida cuando recibió un mensaje de texto que provenía del teléfono móvil de Mayara: “Él dice que me va a matar. Tengo miedo”. Eventualmente salió a relucir que este mensaje fue enviado luego de que moradores encontraran el cuerpo de Mayara calcinado en la comunidad de Inferninho. Resulta que luego de matarla, Luís se había llevado su móvil y lo utilizó para enviarle el mensaje a la mamá de Mayara, en un intento de incriminar a la actual pareja de la joven. Enviarle ese texto a la mamá de la mujer que acababa asesinar, demuestra un sadismo escalofriante por parte de Luís Bastos Barbosa, el feminicida de Mayara.


La hermana de Mayara, Pauliane, se encontraba en Bélgica terminando su tesis de doctorado en Literatura cuando se enteró de la noticia del asesinato de su hermana. Cuando la llamaron para contarle, el papá de ambas -un señor llamado Alziro Lopes do Amaral, de quien Mayara aprendió el amor por la guitarra- se encontraba reconociendo el cadáver. “Sólo sobraba una parte de una mano y un poco de un pie de ella para poder reconocerla. Pero él ya sabía casi con certeza que era ella”, contó Pauliane al Folha do Sao Paulo.

Ante la conmoción mediática, transcurrida los días posteriores al feminicidio de su hermana, Pauliane escribió un manifiesto que se volvió viral. En él dijo: “Yo voy a dedicar mi luto a la memoria de mi hermana, y no voy a permitir que ella sea vilipendiada por la versión inmunda de sus matones”. “Como tantas otras víctimas de violencia, Mayara merece justicia: eso no va a disminuir nuestro dolor, pero puede ayudar a curar a una sociedad enferma y a proteger a otras mujeres del mismo destino”.

Algunos medios de comunicación transcribieron la versión del asesino como si fuese cierta, recitando una historia de índole sexual que culpa a la víctima de su propio feminicidio. Cabe destacar que, entre el momento en que asesinó a Mayara y el momento en que prendió fuego a su cuerpo, Luís Alberto Bastos Barbosa duró 8 horas planeando su coartada.

Ante los comentarios soeces y el morbo que culpa a Mayara, sus amigas reaccionaron indignadas. “Es puritanismo. Ella era una mujer independiente, trabajaba… Ir a un motel no puede colocar en duda su reputación”, la defiende una colega en su misa de los siete días.

Al tiempo que la reputación de Mayara era abatida a través de los medios de comunicación, la de Luís, su feminicida confeso, estaba siendo elevada. El periódico local Campo Grande News hace énfasis en la consternación de sus amigos, quienes lo describen como “un buen chico” y se asombran de que esté involucrado en un crimen como éste. “Nadie puede creer que un ‘hermano de buenas vibras’ como él, un tipo positivo, sea capaz de hacer algo de esta índole. Él era una persona que se preocupaba por los otros”, expresó uno de sus amigos en las redes sociales, comentario que fue reproducido y difundido por el periódico.

Al confeso feminicida lo humanizan: los medios nos indican que él es vegetariano, que le gusta la naturaleza. Dicen que era hasta un pacifista y muy amigable. De manera perniciosa, los amigos de Luís también dicen que él tenía un serio problema de drogas, como si eso atenuase o exculpase su responsabilidad. Entonces, el discurso misógino de algunos medios responsabiliza a Mayara por ir a reunirse con un ex en un motel, pero Luís es un alma trastornada cuya adicción a las drogas lo llevó a matar una mujer a martillazos: la mentalidad patriarcal es un maldito asco.

En su primera versión de los hechos (hasta la fecha, 11 de agosto, ha cambiado su versión tres (3) veces), Luís mintió y alegó que fue Ronaldo quien había golpeado a Mayara con el martillo, luego de que, supuestamente, los tres habían sostenido relaciones sexuales consensuales. Estos detalles salaces se esparcieron por los medios de comunicación de manera tal que el crimen, un feminicidio, tomó originalmente una connotación bastante morbosa. Ahora, Luís alega que en realidad actuó solo contra Mayara. Admite que fue él quien le propinó los golpes contundentes y que sólo se reunió con sus amigos, ahora cómplices del crimen, luego de haber calcinado el cuerpo de Mayara, porque le interesaba deshacerse del vehículo y de las pertenencias de ella.

Aquí hay que tener mucho cuidado, porque la situación legal se complica.

Los tres imputados por el crimen cometido contra Mayara, y en especial Luís Bastos Barbosa, han presentado versiones de los hechos inconsistentes, que carecen de secuencia lógica… pero la policía civil de Mato Grosso do Sul les cree a ellos. Hasta la fecha, Luís enfrenta cargos por latrocinio, que en el Código Penal brasileño implica que se cometió un robo, seguido de un asesinato, pero no por feminicidio, porque la policía dice que el móvil del crimen fue robarle a Mayara, y estiman que, en total, todo lo que Luís le robó a Mayara tiene un valor material que ronda los 17,000 reales brasileños. Por su parte, Ronaldo enfrenta cargos por tráfico de drogas (por facilitarle estupefacientes a Luís) y Anderson por intercepción del vehículo robado de Mayara.

El día 28 de julio, tres días después del asesinato de Mayara, el periódico local Campo Grande News publicó una entrevista con Tiago Macedo, en ese entonces el investigador principal del caso, quien expresó: “Todo indica, hasta el momento, que no hubo homicidio. Lo que ocurrió en ese lugar es que el autor (del crimen), verificando la posibilidad de cometer un robo, sedujo a la víctima y tuvo como resultado este crimen, que es un crimen contra el patrimonio, la muerte de la víctima. Hemos verificado que existe una tendencia en algunas personas de afirmar que, porque maten a una mujer, es un feminicidio, pero eso no corresponde con el ordenamiento jurídico”. Esta definición, califica el robo del vehículo y de las pertenencias de Mayara como si fuese más grave e importante que el asesinato de una mujer. Fíjense como, incluso en sus declaraciones, el investigador afirma que no ha ocurrido un homicidio.

Esta clasificación de la policía provocó una gran indignación, tanto en la familia de Mayara, como entre las feministas brasileñas. Inicialmente, ante la renuencia de la policía y los medios de comunicación de llamar feminicidio al asesinato de su hermana, Pauliane respondió con coraje y dijo que omitir el término ‘feminicidio’ de la cobertura en los medios y, más importante aún, del proceso jurídico contra el asesino de su hermana, era un insulto. Haciendo evidente su dolor y frustración, Pauliane señaló: “No he visto esa palabra, feminicidio, en la prensa; tal vez porque sea difícil para una sociedad responsabilizarse de que, una vez más, le falló a una mujer”.

Pero, ahora sale a relucir, que esto puede ser una estrategia para garantizar una condena más severa contra el feminicida de Mayara, ya que, según las leyes brasileñas, el latrocinio conlleva una condena penal más dura que un feminicidio. El homicidio simple acarrea una condena de 6 a 20 años de prisión, mientras la del feminicidio es de 12 a 30 años, y el latrocinio conlleva una pena de 20 a 30 años.

Desde la perspectiva feminista, entendemos que esta situación legal es una verdadera barbaridad.

La defensa de Luís Alberto Bastos Barbosa presenta una teoría fáctica de defensa positiva: es decir, que él como imputado admite que mató a Mayara Amaral, pero ha elaborado una coartada que busca descartar la premeditación en el hecho. ¿Que por qué él tenía ese martillo en la mochila la noche que se reunió con Mayara? Luís Alberto alega que siempre anda con un martillo “para protegerse” cuando sale a buscar cocaína, como ocurrió esa noche antes de reunirse con Mayara. ¿Que por qué la mató? El feminicida dice que fue movido por el odio del momento, luego de tener una acalorada discusión con ella. De hecho, en una entrevista exclusiva, que sirvió como una confesión pública y una treta legal, para la revista brasileña de circulación nacional Veja, Luis Alberto alega que ella lo golpeó a él primero, insinuando que el crimen fue cometido en legítima defensa.

La defensa legal de Luís Bastos Barbosa está presentando varios atenuantes: se presenta ante la opinión pública como un hombre drogodependiente, que estaba borracho en el momento del crimen: es decir, quieren pretender que él no estaba en su sano juicio. De manera inverosímil, en la citada entrevista el feminicida incluso alega que él en ningún momento abrió la mochila para sacar el martillo con el que asesinó a Mayara: “No fue planeado, la mochila estaba en la cabecera de la cama y el cabo del martillo estaba fuera. Fue un momento de furia”, dice Luís Alberto. Su abogado, Conrado Passos, quiere que el crimen se clasifique como feminicidio (“que es lo que deseaba la familia de la víctima hasta hace poco”, afirma) u homicidio simple. Cualquiera de las dos condenas abre la posibilidad de una condena menor que por latrocinio. “Es inaceptable que una persona haya cometido un crimen y sea juzgado por otro. Todo indica que fue feminicidio”, dice el abogado con cinismo.

Ahora, en un giro tan triste como inesperado, y ante la astucia de la defensa del feminicida, que intenta utilizar una victoria feminista (incluir la tipificación del feminicidio en el Código Penal) para beneficiar a un feminicida, la familia de Mayara se ve en la desgarradora posición de tener que argumentar que lo que le hicieron a Mayara no fue feminicidio, sino robo. Una clasificación deshumanizante, pero que les permite apostar por una condena más fuerte. “Las pruebas indican que él le robo. El vendió el carro de ella, estaba con las cosas de ella, como su tarjeta de crédito, su teléfono, y todo el que conocía a Mayara sabe que ella jamás entregaría la contraseña de su tarjeta. Ella no le quiso dar la contraseña y el la mató”, dice Alziro, el papá de Mayara.

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Aunque el feminicida ahora quiere atenuar su crimen, los hechos confirman que el asesinato de Mayara tuvo muchos agravantes, porque Luís Alberto demostró premeditación en todas las etapas del feminicidio. Por ejemplo, los correos electrónicos entre Mayara y él, a los que tuvo acceso la policía, demuestran que ambos tenían varios días discutiendo sobre la naturaleza de su relación, previo a que se reunieran. No obstante, él la citó en su casa y desde ahí los dos fueron juntos al motel; a sabiendas de que dentro de su mochila guardaba el arma con el que la asesinaría.

“Aunque el crimen cometido por Luís sea tipificado como homicidio o feminicidio, tiene tantos agravantes (método cruel, sin posibilidad de que la víctima se pudiera defender y el hecho de ocultar el cadáver), que, si fuera sometido a un jurado, Luís tendría pocas probabilidades de librarse de la pena máxima de 30 años, especialmente porque confesó”, dice el reportaje de Veja luego de consultar con especialistas en el tema.

Todo queda ahora en manos de Clovis Smaniotto, el Procurador del Ministerio Publico de Mato Grosso do Sul, quien se encargará de tipificar el crimen. Aunque, para la familia, la tipificación es un tema de segundo plano.

“Sinceramente, ahora, no me importa si ella fue víctima de latrocinio, homicidio, feminicidio o yo qué sé. Mi hija ya no está aquí conmigo. Se convirtió en una estadística. No dejo de pensar en todo lo que ella sufrió desde que se encontró con su verdugo y en la falta que ella me hace”. dice Ilda, la mamá de Mayara.

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Mayara no es la única mujer que el machismo nos ha arrebatado; son muchas más. De hecho, según el Atlas de Violencia 2016, la violencia machista asesina a 13 mujeres todos los días en Brasil. La Rede Sonora, un colectivo de mujeres músicas con perspectiva feminista explica que: “El asesinato de Mayara es también una tragedia colectiva que nos lleva a ver la necesidad de visibilizar esta noticia. Si bien es cierto que esos datos son alarmantes, el debate sobre la violencia contra la mujer muchas veces queda invisibilizado entre los mayores índices de violencia letal entre hombres, pero también por la resistencia que existe para reconocer este tema como un problema de política pública”.

Pauliane, que ante la muerte de Mayara se embarcó en una misión para reivindicar la humanidad de su hermanita pequeña, ha buscado la paz. Cuando le confirmaron que el cadáver que su papá fue a identificar era el de su hermana, Pauliane dice que ella rezó por el alma de Mayara y colocó flores en un río, a manera de despedida.

Pero más que paz, Pauliane busca justicia y una respuesta articulada que erradique la violencia contra las mujeres, no sólo por su hermana, sino por todas las mujeres y niñas: “Mi hermana era una feminista. Siempre lo fue. Ella ejercía la sororidad todos los días. Era una feminista activa. Yo, como hermana, como mujer y como testigo de la violencia con la que somos tratadas en nuestro país, siento la fuerza que tenemos, el poder de la sororidad de todas aquellas que me escriben para darme apoyo. La lucha, el debate y el activismo son nuestras armas en este momento”, me comentó.

Es hora de terminar este obituario. Es tan cruel que todo esto le haya pasado a Mayara… y a las 13 mujeres que el machismo mata todos los días en Brasil… ¿Qué mejor manera de cerrar este artículo biográfico que de la mano de la artista misma? Hay que escucharla. No sólo por su talento, sino porque el feminicidio de Mayara refleja que la desvalorización sistémica de las mujeres en la sociedad es tal que, aún luego de asesinar mujeres, el patriarcado a veces las mata una y otra vez, sólo por su misoginia feroz. También es desgarrador percatarnos de que, en Brasil, matar a una persona luego de robarle es más grave, en términos legales, que el hecho de que un hombre mate a su expareja. Es por eso que nos urge reivindicar la humanidad y la dignidad de Mayara, y la de todas las demás mujeres: mostrándolas como eran ellas antes de que el patriarcado nos las arrebatara.

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Para erradicar la violencia de los hombres hacia las mujeres, debemos reivindicar todos los días que las mujeres y niñas no somos objetos desechables, sino seres humanos: seres humanos con voces y, en el caso de Mayara Amaral, con guitarras también, que seguirán sonando hasta que escuchemos la urgencia de su mensaje.

Aquí les dejo este último video de Mayara, grabado hace alrededor de un mes, donde se la ve contenta y feliz, tocando su guitarra clásica al compás de la canción ‘Menina, Mulher’ (‘Niña, Mujer’): la canción es un llamado al feminismo.

Compañeras, ¿la escucharon? Ojalá que nunca se nos olvide la melodía.

Raquel Rosario Sánchez: Escritora dominicana. Especialista en Estudios de la Mujer, Género y Sexualidad, luchando por la liberación de niñas y mujeres. Arde por el desmantelamiento del patriarcado en su totalidad, pero muy especialmente, arde con ansias por ver el fin de la violencia contra niñas y mujeres. Todas las violencias.

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