Denuncia contra Manuel y Aldo, militantes de MORENA

¿Cuál es la diferencia entre un macho de izquierda y uno de derecha? Que al macho de derecha lo tenemos bien ubicado, le sabemos macho, le sabemos anti derechos, le sabemos liberal, le sabemos violento. En cambio los militantes machos de izquierda se visten de compañeros, de solidarios y de partidarios de las luchas feministas: todo es puro discurso.

Todas las que hemos trabajado en grupos mixtos lo sabemos, los machos de izquierda son insufribles, son igual de violentos de que los machos de derecha PERO son mucho más sutiles en su discurso, porque lo disfrazan de retórica revolucionaria.

Los machos de izquierda se sienten dueños del discurso revolucionario, dueños de la palabra, tratan de estúpidas a sus compañeras y las llaman separatistas y sectarias cuando hablan de problemáticas de género. Los machos de izquierda creen que pueden disponer del cuerpo de las mujeres como si fuese propiedad pública. Los machos de izquierda acusan de infiltradas del Estado, de pequeñas burguesas de derecha, de reventadoras a las compañeras que los denuncian por violentos y misóginos.

Feministas de Aguascalientes, queremos ponerle nombre al macho y denunciar la misoginia y la violencia de Aldo Ruiz y Manuel Gonzales, ambos integrantes de MORENA, sí MORENA que se ostenta como la esperanza de México. ¿Realmente hay algo de esperanzador en un partido que permite entre sus filas a machos que disfrazan su violencia y misoginia con discursos de izquierda? No, desde luego que no.

En el año 2012, surge el movimiento #YoSoy132 con el objetivo de vigilar y generar observancia democrática en el proceso de elecciones federales; para el caso de Aguascalientes, se unieron a la movilización personas a título individual, en su mayoría estudiantes, así como organizaciones de la sociedad civil feministas, afines a la participación ciudadana y en educación para la paz y los derechos humanos. En este contexto se diseñaron y ejecutaron mecanismos de organización por medio de asambleas para la toma de decisiones colectivas, que respondieran a los posicionamientos políticos tanto nacionales como locales. Bajo este esquema de participación, se entendía que todas las voces serían escuchadas y se asumía que la toma de decisiones sería horizontal, evitando relaciones de poder asimétricas.

Desde un inició varios onvres se manifestaron en contra de usar lenguaje incluyente. Para ellos era innecesario nombrar a las compañeras porque el sujeto revolucionario por excelencia se nombra en masculino: Los maestros, los estudiantes, los comandantes, los rebeldes. LOS.

Las violencias fueron múltiples: desde “pendejear” a las compañeras hasta evaluarlas por su aspecto físico, el clásico manspliqueo ¡Paren la asamblea que un onvre nos va explicar qué es el feminismo!, hasta usar comentarios misóginos y machistas como “las compañeras se afilan las garritas”, “Andas en sus días”, “Andan hormonales” a la hora de los debates. Nos llamaban sectarias por pedir que el movimiento se nombrara anti patriarcal.

Abusaban de sus privilegios patriarcales yendo a las asambleas para pretender disponer sexo/afectivamente de las compas. Nos llamaba exageradas por decir que la misoginia de sus consignas nos violenta. Nos querían relegar a actividades como preparar los alimentos o hacer los carteles mientras ellos, los onvres iluminados, escribían la teoría revolucionaria. Se negaban a que hubiera compañeras voceras y que encabezaran las marchas.

Las manifestaciones y eventos políticos tomaron fuerza a nivel nacional, y con este auge, se aumentó el número de personas que se integraron en los comités de organización. Conforme iba caminando el movimiento, las reuniones internas se transformaron en discusiones inertes dirigidas por un grupo de hombres con ánimo de manipulación y protagonismo político.

En la última marcha se tomó la decisión de que hubiera un contingenta violenta. Aldo Ruiz se refirió al hecho como “arribismo morado” acusando de oportunistas, sectarias y reventadoras a las compañeras que marcharon en el contingente feminista. Esto desató fuertes discusiones, lo que provocó que la organización grupal se tornara poco menos que insoportable.

En ese contexto varias compañeras empezamos a ser incómodas por nuestras constantes denuncias a la verticalidad, el autoritarismo, la violencia clasista, la misoginia y el protagonismo de algunos integrantes. Entonces iniciaron una campaña en nuestra contra.

En este período, previo a las elecciones, los ataques específicos de Aldo Ruíz (actual dirigente estatal del Movimiento Regeneración Nacional MORENA) y Manuel González (candidato a diputado plurinominal por el partido MORENA) se salieron de control. Tanto Aldo como Manuel difamaron públicamente asegurando que “eran infiltradas del PRI, y la actual presidenta municipal les había pagado para reventar el movimiento #yosoy132”. La respuesta de las compañeras fue enfrentarlos públicamente en asamblea y exigir que se demostraran esas aseveraciones, lo cual nunca sucedió.

A estos ataques se unió Juan Pablo de la Rosa, un músico reconocido en Aguascalientes que se jacta de ser luchador social. Este sujeto violentaba a las compañeras llamándolas “mal cogidas”, o diciéndoles “les bajo la regla a chupadas”, entre otras cosas altamente misóginas que no mencionaremos para no reproducir misoginia.

Los ataques continuaron y en general las compañeras tuvimos que resistir las violencias. Producto de su manipulación, no fuimos apoyadas por la asamblea. Poco a poco nos empezaron a excluir, a llamar exageradas, hasta que decidimos abandonar el movimiento. El movimiento poco después se desintegró. Hubo una fracción que no estuvo de acuerdo con el trato de recibimos, ni con el poco apoyo a nuestras denuncias, ni con el protagonismo de Aldo y Manuel, que, por cierto, querían vender el movimiento al mejor postor.

El machismo de estos dos hombres provocó la ruptura de un movimiento y el desarrollo de una dinámica de violencia hacia las compañeras, pues a la fecha mucha gente involucrada en movimientos sociales piensa que sí somos infiltradas. Y sí, lo somos. Pero sólo nos infiltramos a instituciones y movimientos sociales para llevar las demandas y la praxis de los feminismos. Jamás por intereses políticos o partidistas.

Actualmente son ellos quienes tienen puestos políticos y quienes, desde la mentira y la misoginia, han escalado políticamente.

Seguramente ellos al igual que TODOS los machos que serán denunciados hablarán de que el Estado nos sigue pagando para difamarlos. Que nos estamos organizando para derrocar todos los liderazgos masculinos. Y sus defensoras dirán que estamos meando fuera del hoyo, que le andamos haciendo el trabajo al Estado y que estamos difamando hombres comprometidos. NO, la neta no. No somos de derecha, no somos infiltradas de ningún partido político, no nos paga el Estado. Somos feministas encabronadas con la violencia machista y misógina que se reproduce dentro de los espacios “liberados”. Estamos hartas y queremos denunciar para que nunca más a nosotras ni a ninguna otra.

Es importante mencionar que una cosa es exhibir violentadores y otra son los ejercicios de Call-Out. El call-out involucra emociones. Exhibir machos de izquierda es fundamental para evitar que las violencias se sigan reproduciendo en espacios de lucha social. El call-out es un ejercicio personal que debe realizarse bajo una lógica de cuidado y ética feminista.

Las feministas no estamos exentas de vivir violencia en nuestras relaciones sexo afectivas, tampoco de tolerarla o de callarla. Denunciar la violencia en una relación sexo-afectiva es una decisión personal porque involucra emociones. En este contexto: Una decide a quién sí y a quién no denunciar mediante una lógica de ética del cuidado feminista.

Esto último lo mencionamos porque no va faltar quien señale: ¿Por qué no denuncian a sus ex machos? Porque no nos sale del coño, faltaba más.

No, machito de izquierda. No es el Estado, es tu misógina. No, machito revolucionario, no soy una pequebu de derecha, soy una mujer hasta los ovarios de tu violencia misógina. No, no machito violento, nadie me paga por reventar movimientos sociales, son tu androcentrismo y privilegios los que dividen movimientos. No, no machito violento, no es tu liderazgo masculino, es que en mi cuerpa mando yo, y tu invasión me violenta. No, no machito de izquierda, no es mi separatismo, ni mi misandria, ni mi violencia, ni mis respuestas desmesuradas: Es tu violencia y tu machismo. Asúmelo.

Bat

#NiUnaAgresionSinRespuesta
#PongaleNombreAlMacho

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