28/05/2013 Zona Roja/Avenida 5ta entre calle 6 y calle 8/Fotografias en la Asociacion para el mejoramiento y la calidad de vida de los trabajadoras y extrabajadoras sexuales "LaSala" Foto de Diana Méndez/para grupo nacion

La Sala, el lugar de lucha de las trabajadores sexuales en Costa Rica. Por Andreína Quirós

La Sala es el espacio de lucha de las mujeres trabajadoras sexuales en Costa Rica. Ubicado en la mal llamada “zona roja” de San José, es visitado semanalmente por al menos 30 mujeres que se reúnen  para conversar, tomar café y luchar. La Sala es la única organización de Costa Rica que lucha por los derechos de las trabajadoras sexuales, y uno de sus mayores objetivos es lograr que el trabajo sexual sea regulado, y por lo tanto reconocido legalmente como un trabajo.

Nació en 1994 y durante los últimos 5 años ha trabajado de manera autónoma. Forma parte de la Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (RedTraSex), desde la cual se acuerpa en un movimiento de mujeres latinoamericanas que están cansadas de ser violentadas y de no gozar plenamente de todos sus derechos.

La Sala se enmarca en un feminismo que reconoce que todas las mujeres tienen la libertad de decidir sobre su cuerpo, que reivindica el trabajo sexual como un trabajo digno y que lucha por una legitimación del mismo, con el fin de que todas las trabajadoras sexuales puedan gozar de sus derechos laborales, tener mejores condiciones de trabajo, no ser estigmatizadas ni discriminadas y reforzar su identidad como personas autónomas que deciden ejercer el trabajo sexual.

En 2013 se realizó el “Estudio sobre la Incidencia y la Participación Política de las mujeres trabajadoras sexuales en América Latina y el Caribe” (RedTraSex, 2013), que expone que en Costa Rica la legislación no es explícita con respecto a la diferencia entre trabajo y esclavitud sexual, pero sí es clara al definir como delito la trata de personas y el proxenetismo.

Por lo tanto, en Costa Rica existe un vacío reglamentario en cuanto al tema del trabajo sexual, que si bien no es ilegal, no cuenta con una regulación ni normativa que lo aborde. Esta ausencia legal deja a las trabajadoras sexuales sin respaldo, sin acceso a un seguro médico, expuestas a condiciones laborales paupérrimas y a que sus Derechos Humanos sean violentados.

“Las ideologías de inferioridad erótica y peligro sexual reducen el poder de las trabajadores del sexo en los encuentros sociales de todo tipo. Disfrutan de menos protección frente a las conductas criminales o carentes de escrúpulos, tienen menos acceso a la protección policial y menos recursos legales. Las relaciones con las instituciones y burocracias -hospitales, policía, tribunales, bancos, funcionarios públicos- son más difíciles”. (Rubin, 1989, p. 141)

Al evadir por completo la noción de trabajo sexual, la ley vigente alimenta la confusión entre trata de personas, esclavitud sexual y trabajo sexual. Este laberinto conceptual provoca victimización, genera imágenes tergiversadas y extremistas del trabajo sexual y silencia la voz de las mujeres que trabajan en la calle. El trabajo sexual autónomo es una decisión consciente, una actividad laboral como cualquier otra en donde se presta un servicio de manera consensuada a cambio de una remuneración económica.

Costa Rica es conocida mundialmente como un paraíso del turismo sexual, lo cual se hace evidente al caminar por las calles de San José. Por ello, al igual que en el resto del mundo, urge una legislación que proteja los derechos de las trabajadoras sexuales.

Durante los últimos 5 años muchas instancias internacionales han reconocido el trabajo sexual autónomo, sin embargo hacen falta acciones concretas que lo legitimen. Recientemente Amnistía internacional hizo un llamado para que se adopte una política nacional que trate de conseguir la mayor protección posible de los derechos humanos de las personas que ejercen el trabajo sexual a través de diferentes medidas, entre ellas la despenalización del trabajo sexual.

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Trabajadoras sexuales salvadoreñas marchando el Día del Trabajo. Foto/EFE.

En el 2012 la Comisión Global sobre VIH y Derecho, dependiente del Programa de las Naciones Unidas (PNUD) estableció que “La penalización, junto con el estigma social, hace las vidas de las personas trabajadoras del sexo más inestables, menos seguras y mucho más riesgosas en términos de VIH”.

También en 2012 la organización Mundial de la Salud recomendó que los países despenalicen el trabajo sexual e instó a mejorar el acceso a la salud. En 2010 La Organización Mundial del Trabajo aprobó la Recomendación 200, que comprende una serie de medidas para disminuir el impacto del VIH. El documento vela por el respeto a los derecho humanos, la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.

Por otro lado, en Colombia este año se creó el Sindicato Nacional de Mujeres Trabajadoras Sexuales de Colombia (SINTRASEXCO), el primer sindicato del mundo conformado y dirigido por mujeres trabajadoras sexuales reconocido por el Ministerio del Trabajo.

Aunque son varios los avances que se han realizado en este tema, urge que los pronunciamientos se sigan traduciendo en acciones concretas. En el caso específico de Costa Rica, las trabajadoras sexuales que conforman la Asociación La Sala están construyendo un proyecto de ley para el trabajo sexual tomando en cuenta las diferentes necesidades de las poblaciones y las variadas formas de ejercer el trabajo sexual, mismo que proyectan concluir este año y que ya cuenta con legisladores aliados para hacer su presentación formal.

Por otro lado, a pesar de que esta nota se ha focalizado en la importancia de que se reconozca legalmente el trabajo sexual, sabemos que la lucha de las trabajadoras sexuales no se queda en las leyes. Aunque sin duda constituye un paso relevante, la lucha de las trabajadoras sexuales no se acaba en la legalidad.

También es necesario un trabajo de base que fortalezca la organización y dé continuidad a campañas informativas cuyo objetivo sea incidir en la sociedad, y que este tema se discuta con las y los trabajadores sexuales, en sus contextos, y no sólo dentro de espacios académicos.

Por último, es indispensable seguir haciendo evidente la distinción entre trabajo sexual AUTÓNOMO, explotación sexual y trata. Esta lucha es un grito para que cese la violencia, para que cese la discriminación cotidiana y los estigmas. Es un grito de libertad y dignidad para trabajar.

Imagen de portada: Diana Mendez

Referencias bibliográficas

Rubin, G. (1989). Reflexionando sobre el sexo: notas para una teoría radical de la sexualidad. En C. Vance (Ed). Placer y peligro. Explorando la sexualidad femenina. Madrid: Revolución, pp. 113-190.acción a la reflexión (Vol. 6). Ediciones Paulinas.

RedTraSex. (2013). Estudio sobre la Incidencia y la Participación Política de las mujeres trabajadoras sexuales en América Latina y el Caribe. 6 julio 2015, Recuperado de: http://www.redtrasex.org/IMG/pdf/costa_rica-estudio_pp.pdf

 

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