El feminismo en mi vida. Por Mariana Mancilla

Desde que recuerdo, todo el tiempo, en la escuela y con la familia, me enseñaron a no usar ropa escotada, sentarme “bien” cuando usaba falda o vestido para no andar enseñando los calzones, y esta exigencia/recomendación se hacia más presente conforme me crecían las chichis y venía gente externa a las reuniones familiares. Incluso me enseñaron a criticar a las vecinas o a las mujeres que no conocía pero que usaban ropa entallada en los espacios públicos. Aprendí a decir “puta” y “fácil” con tanta facilidad que estoy segura eran las palabras que más utilizaba para describir a otra mujer que no me caía nada bien.

Hasta que llegó a mí, “la luz del Feminismo” y así, mi discurso y las prácticas de superioridad con otras mujeres se me cayeron por completo. Y la verdad es que me alegro mucho, sobre todo por que ahora entiendo que una de las peores cosas que nos puede pasar, es seguir este juego macabro en el que caemos todo el tiempo por competir con otras mujeres; por quien usa la talla más chica, quien se compró primero el lápiz labial de moda, quien anda con el güey más guapo de la escuela y así podría seguir con una lista interminable que NUNCA menciona que las mujeres podemos ser compañeras de vida.

El feminismo me ha enseñado a ver más allá de mis narices, a criticar y proponer soluciones para mejorar la vida de las personas, pero sobre todo me ha enseñado a mirar a las otras mujeres como compañeras de vida en lo social, en lo cultural, en lo profesional, en lo público y hasta en lo sentimental, me ha enseñado que si violentan a una, respondemos TODAS.

Hace unas cuantas semanas, sabíamos del caso de la chica de Veracruz y “Los Porkys”. Después, a una periodista le bajaron los calzones en plena luz del día, en una de las colonias más reconocidas de la Ciudad de México. Esa misma semana una estudiante de la FES Acatlán fue videograbada por debajo de su falda por un trabajador de la UNAM en el transporte público y luego a la roomie de una conocida un tipo le eyaculó el pantalón mientras viajaba en el metro.

¡Y así cayó la gota que derramó el vaso!

Algunas compañeras de Chiapas y Chihuahua empezaron a movilizar sus redes logrando que mujeres que practicamos diferentes feminismos, de 26 Estados de la República Mexicana se organizarán para armar una marcha el 24 de Abril (#24A) y visibilizar todas las formas de violencia que vivimos las mujeres en este país y aprovechar para decirle al mundo que estamos ¡HARTAS!, de vivir con miedo, de un día no regresar a nuestra casa, de ser violada por el vecino machirrín que se le hinchó el huevo de violarnos, de mirar todos los días en el periódico amarillista que encontraron otro cuerpo de una mujer tirado en la calle.

Pero en algún momento de los días vino a mí el pensamiento crítico que me dice que toda esta movilización no se hubiera podido realizar si las agresiones no hubieran sido hechas hacia mujeres que tienen cierto estatus económico y fácil acceso a redes sociales, viralizando en menos de 24 horas las agresiones y generando un estado de indignación en las personas que nos enteramos y no toleramos ningún acto de acoso hacia las mujeres, me puse a pensar por qué esto no había pasado mucho antes, como cuando el observatorio contra los feminicidios en México nos dijo que cada día mueren 6 mujeres resultado de algún tipo de agresión machista, o cuando limpiaron el canal del desagüe en Estado de México y encontraron 26 cuerpos de mujeres.

Por esto creo que es importante seguir en manada después del 24 de Abril (#24A), para asegurar que el gobierno federal y los locales generen políticas verdaderas que protejan la vida de las mujeres y que tengan en cuenta que estos casos de acoso no sólo se resuelven llevando presos a los agresores, necesitamos protocolos de atención específicos, procedimientos de denuncia que duren menos de 5 horas, impartidores de justicia y tomadores de decisiones capacitados y sensibilizados sobre el asunto de la violencia hacia las mujeres y difusión de los mecanismos de denuncia. Planes de estudio en el nivel básico y medio que contemplen educación para la paz y la no violencia hacia las mujeres, prestadores de salud que estén dispuestos a ofrecer atención medica a mujeres que vivieron algún tipo de violencia y que, para el caso de violencia sexual, ofrezcan profilaxis Prost exposición para el VIH y medicamentos anticonceptivos de emergencia, así como acceso al aborto, seguidos de todo un acompañamiento psicológico integral. Sin olvidar que nos hacen tanta falta lineamientos para los medios de comunicación (sobre todo radio y TV) que los hagan revisar su contenido y entender que los cuerpos de las mujeres no son sólo objetos sexuales y comercializadores de belleza.

Para mi la #PrimaveraVioleta empezó cuando puse en práctica el feminismo en mi vida, cuando entendí que podía tener el cabello rapado y de colores, cuando entendí que podía viajar en el metro con vestido y que si un hombre me acosa puedo defenderme yo sola y que también puedo defender a otras mujeres aunque no las conozca, cuando descubrí que mis hermanas van por la vida diciendo a todo mundo que las niñas también pueden jugar con coches y que las mujeres pueden dedicarse a un montón de cosas más allá que sólo pensar en ser madres.

cerrucha

Imagen por: Cerrucha (#24A)

Mariana Mancilla es Coordinadora del Programa Jóvenes en Acción por Nuestros Derechos, responsable de tejer las acciones sobre ciudadanización de los derechos sexuales para adolescentes y jóvenes de escuelas urbano marginales de la Ciudad de México. Arde por los temas de derechos sexuales y juventud y por dar seguimiento a los procesos de incidencia política en lo local y nacional sobre estos asuntos. Es egresada de la licenciatura de Pedagogía en la UNAM. En algún momento estudió tap, le gusta el color morado y tiene una perrita muy amorosa.

Colaboradora de Balance, organización feminista progresista que actúa a nivel local, regional y global para construir alternativas de vida en torno a las sexualidades libres y placenteras, transformando las políticas públicas en salud y sexualidad para que se aborde efectivamente la injusticia, confiando en el poder que tienen las mujeres y jóvenes para mejorar sus condiciones de vida.

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